Dios construyó un altar en Suecia

A veces, muchas, pareciera que la vida pasara por al lado tuyo.
Altanera y soberbia, con un paso rápido y elegante,
yendo a un encuentro al cual no estás invitado.
Ni te mira a los ojos, no, ni eso te concede.
Ni cuando la silbás o piropeás – evidentemente siempre hay
alguien que merece más su favores, que hay hecho más méritos
para ser honrado con sus mimos.

Pero – y en eso hay que reconocer que es una maestra –
de golpe te sorprende. En vez de pasar de largo,
sacudiéndose tus piropos como si fueran mosquitos
semánticos, se para frente a vos, te mira a los ojos
y te besa en la boca.

Así hizo hoy, cuando salí al patio del edificio donde
vivo acá en Suecia y lo primero que veo – como un
regalo divino, una manifestación sublime de una
presencia sobrenatural que nos concede cosas que
ni siquiera sabíamos que deseábamos.

Si, así es que salí al patio y reluciente y sin uso,
con el olor mezclado entre el cemento fresco y el lápiz labial
de esa turra divina, es que vi que habían construido algo
único en tierras gélidas, alguno que nunca había visto
tan cerca del círculo polar, algo que pensé que nunca
iba a vislumbrar en este país dónde hasta el sol se extravía
– si, adivinaron, amigos, habían construido un verdadero asador!

Om Martin Ezpeleta

Journalist. Krönikör på Aftonbladet. Dokumentärmakare på SR.
Detta inlägg publicerades i Uncategorized. Bokmärk permalänken.

2 kommentarer till Dios construyó un altar en Suecia

  1. Sebastian skriver:

    Ya po, invítate a un asadito, hueón oh!

  2. Natalia Colman skriver:

    Están aprendiendo Martín. Dentro de poco van a aparecer las auténticas parrillas argentinas jejejejejeje.

Lämna en kommentar